Hoy se cumple la primera semana desde que un cura brasileño decidió atarse a 1000 globos, una actividad de lo más común cualquier domingo, eso sí después de ir a misa. La consecuencia de dicha aventura es que hay un cura perdido por los aires.
A Adelir Antonio de Carli no se le ocurrió otra cosa, a sus 42 años, que ponerse a jugar con globos, a jugar con la suerte y a jugarse la vida, porque este cura brasileño de buenas intenciones, y malas ideas, se tomó muy en serio su vocación de ayudar al prójimo y, en broma, los peligros que encierra el eterno sueño de volar sin alas, de volar sin red y de hacer saltar por los aires tantas miserias humanas. Así es que el cura aventurero que se ha tragado la Tierra, se han tragado los cielos y ha dejado helados a sus feligreses de la ciudad portuaria de Paranaguá, con sabor a Brasil, se fue. Salió volando por los aires, gracias a un montón de globos de colores, de globos de fiesta, de globos como los que se usan para celebrar los cumpleaños que él ya no volverá a festejar, y se perdió en el mar. Un montón de globos rebosantes de helio y de ganas de recorrer las alturas han sido su última compañía en la despedida de este mundo, que él quiso contribuir, ya se ha visto que de una forma demasiado arriesgada, a mejorar. Voló sobre el Océano Atlántico y, si te he visto, no me he acuerdo; adiós con el corazón y hasta luego, Lucas.
El capellán llevaba en su extraña aeronave agua, barritas de cereales y cápsulas energéticas. Además, tenía en su asiento pequeñas bolsas de aire comprimido que podían inflarse por si era necesario un aterrizaje de emergencia.
Adelir Antonio de Carli quería superar la marca de 19 horas de vuelo con globos de fiesta para conseguir el dinero con el que poder levantar sobre la tierra que pisamos un lugar destinado al descanso espiritual de los camioneros de Paranaguá, que viven demasiadas horas pegados al volante y a la soledad de las carreteras. Pero nada se sabe de él, ha desaparecido de entre los vivos como hace ya más de 60 años lo hizo, a bordo de su legendario avión Lightning P-38 el escritor francés Antoine Saint-Exupéry, padre de El principito. Desapareció y, durante años, se especuló sobre los motivos de este adiós: ¿Se suicidó?, ¿lo derribaron en combate?, ¿fue un accidente? Su cuerpo no ha sido hallado, y de su alma tampoco se sabe nada. No hace mucho, el piloto alemán Horts Rippert ha confesado que derribó al escritor con un caza M-109. ¿Sabremos algún día lo que le ha pasado al cura volador de Brasil?
Continuando con la historia de nuestro intrépido sacerdote, la Fuerza Aérea de Brasil decidió suspender su búsqueda, lo que llevó a que la familia contratase aviones privados, que serán guiados por las premoniciones que tengan los feligreses de de Carli, donde estén las premoniciones, que se quiten los GPS y los satélites. La última vez que se supo de él, estaba en el Océanos Atlántico y se puso en contacto con la Tierra para saber cómo se usaba el GPS... ¿No se le ocurrió hacer esa pregunta cuando tenía los pies en tierra firme? En el mar han sido encontrados restos de globos, pero... ¿Dónde está el cura?
Yo creo que está vivo, ¿pero te lo imaginas haciendo sus necesidades por los aires?
ResponderEliminarTe digo yo que hacen una película de esto, como Tom Hanks en la isla esa.
ResponderEliminarPues a mi en el fondo el cura me da pena...Mira q ocurrírsele hacer eso...
ResponderEliminarPobre hombre. Bueno, a lo mejor Dios se lo ha llevado al cielo directamente, para compensarle por su fe. Quién sabe...
ResponderEliminarNo creo que haya llegado al cielo lo encontraron muerto hace 1 semana flotando en el mar
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